Friday, June 30, 2006

¿Para qué sirve llevar 3 huevos de gallina negra a un familiar a las 12 de la noche en un camino oscuro?

En el llano portugueseño es común oír historias acerca de El Familiar. Se trata de la figura que El Diablo toma para presentarse a quienes soliciten algún pacto. Se oyen cuentos en que Satanás se presenta a través de una persona, animal desconocido o en forma de tronco sin ramas.

Una lugareña de 56 años, Aurelia Quintero, dice que cuando tenía 9 años, vivía con su hermana y su cuñado en Río Caro. La zona era muy solitaria para ese entonces. Ella apenas comenzaba a identificar las letras pero le llamaba la atención un libro rojo que el señor de la casa guardaba dentro de un cajón oculto bajo unos sacos. Se dio cuenta también que lo revisaba con frecuencia y mucho cuidado.
Un día su hermana salió al mediodía con su esposo y la niña Aurelia quedó sola en casa. En lo que se alejaron, se encaramó en la escalera y, con mucho temor de ser sorprendida, revisó el libro. Como si fuera brujería, leyó sin vacilar, clarito lo que estaba escrito en él. Dice recordar este hecho como si lo estuviera viviendo. El título era: “El Libro Rojo de la Cabra Infernal” y cuando lo abrió, leyó un párrafo que decía: “Para hacer un pacto con El Diablo debe conseguir tres huevos de gallina negra y llevárselos, a las doce de la noche, para un camino oscuro donde haya muerto alguien y esté clavada una cruz. Debe colocar un huevo delante de la cruz y dos detrás.” Según relata, el interesado debe hacer unos rezos que Aurelia no quiso repetir y continuó haciendo referencia al texto: “Luego debe llevarse los dos huevos de atrás y a los 7 días le aparecerá El Diablo en forma de algún animal negro.”
Temblorosa cerró rápidamente el libro y dejó todo como lo había conseguido. Pasó la tarde, llegó la noche y aún la pareja no había regresado. El sueño la venció y se acostó a dormir con la lámpara encendida. En la madrugada, despertó y vio el libro rojo sobre la cama, a su lado, abierto en la misma página donde había leído el pacto. Llena de miedo colocó de nuevo el libro en el cajón, lo tapó con los sacos y permaneció pendiente del libro toda la noche. Al sol de hoy, Aurelia no se explica como llegó ese libro a la cama después de haberlo guardado.
Al día siguiente, cuando regresó el matrimonio, un toro negro venía detrás hasta la casa. Dice la señora que ese animal era lo que llaman El Familiar porque era muy extraño. En cuestión de un par de horas se encargó de recoger todo el ganado suelto que andaba por la sabana. Llegó un momento en que los toros, vacas y becerros no cabían en los corrales. Y el cuñado contento comenzó a ganar mucho dinero.
Ella trató de advertirles que algo raro estaba ocurriendo pero no le creyeron. Entonces, en vista de que el daño ya estaba hecho, y que temía por su vida en ese lugar, Aurelia decidió mudarse.
Al cabo de un mes, tuvo noticias de que el señor de la casa se enfermó y se agravó. Su hermana buscó un sacerdote para que lo confesara y lo ayudara a bien morir. Pero cuando llegó el religioso repartiendo agua bendita, El Familiar saltó la cerca del corral y se fue camino abierto de la sabana, llevándose tras de sí toda la inmensa manada de animales. Y fue entonces cuando ella regresó a casa de la pareja y les pidió que eliminaran ese libro rojo satánico para alejar las desgracias.
FUENTE: “Mitos y Leyendas Predominantes del Estado Portuguesa” Carmen Pérez Montero

La Curiosidad NO Mató al Tigre pero SI a su Mujer


Esta leyenda surgió en el Tigrito, población del estado Portuguesa, donde la vegetación era intrincada y albergaba muchos peligros. En esa región vivía una pareja, que aunque no tenían oficio, nunca pasaban hambre ya que el marido obtenía abundante cacería. Una tarde en la que el despreocupado hombre se mecía, como de costumbre, en su hamaca, la mujer le exigía que hiciese un conuco. En los demás ranchos del poblado había uno. No era la primera vez que ella enardecida le pedía que lo hiciese porque estaba cansada de comer carne. Quería nutrirse con caraotas, arepas, hortalizas. Ante la insistencia de la mujer, el hombre se molestó mucho y en esa medida aceleraba su vaivén. Al cabo de un rato, rabioso respondió que debía estar agradecida ya que él la mantenía bien alimentada. En medio de su acaloramiento, la mujer haló vigorosamente las cabuyeras de la hamaca y con fuerza lo interrogó acerca de cómo conseguía tan buenas piezas y cómo hacía para cazar tantos animales. El hombre se mantenía indiferente y buscando cerrarle la boca, le contestó: -Muy fácil, carrereo a los animales y después que los canso los agarro. La mujer no quedó satisfecha y le dijo: -Mentiroso. Usted nunca llega sucio, ni mojao, no lleva escopeta, ni siquiera una linterna -Ese no es su problema. Lo importante es que usted no pasa trabajo y le sobra la comía, contestó repentinamente molesto, mientras se acomodaba, como quien quiere dormir, para desentenderse de los reclamos de su mujer. Una tardecita en que el hombre salía de cacería, ella sigilosamente lo siguió. Escondida a corta distancia, vio que el hombre tras una breve inspección a sus alrededores, se introdujo en un hueco del tronco seco de un viejo samán. Paralizada ante la expectativa, esperó unos minutos y estupefacta vio salir del hueco del árbol a un feroz tigre. Temiendo por la vida de su marido, esperó pacientemente a que el tigre se alejara y temerosa se asomó esperando ver los restos de su marido. Pero, en cambio, sólo encontró la ropa del hombre y unas pequeñas bolsas que en la oscuridad del hueco no alcanzó a detallar. Totalmente despavorida tomó las pertenencias de su marido y corrió de regreso hacia su rancho. Donde según cuentan se encerró y murió de hambre. Desde ese momento se dice que el hombre quedó encantado en esa región y que al hallar a la muerta, los vecinos descubrieron entre sus cosas una bolsa con polvos extraños. Muchos cazadores lo han visto por la Quebrada de Leña, saliendo hacia Río Acarigua, pasando por el Danto, Choro, La Flecha y Yacurito. Estos cazadores dan fe de que ese tigre no tiene cola, por eso lo llaman “el tigre mocho”. También le dicen “el tigre cinqueño”, porque cuando marca las huellas en el terreno blando se puede ver perfectamente, que las huellas delanteras corresponden a una mano de hombre con sus cinco dedos. Algunos cazadores aseguran que este animal cuando se considera acorralado por sus perseguidores y ve que su vida corre peligro, se arrodilla, levanta la mano derecha donde se puede ver su anillo de matrimonio que resplandece al roce del sol o ante la luz de alguna linterna. Con este comportamiento, tan fuera de lo común, no cabe duda de que se trata del hombre convertido en tigre que quedó encantado por culpa de la curiosidad de su mujer. Esta leyenda ha sido difundida por Humberto Gallegos, cronista de la ciudad de Píritu, donde se encuentra la población del Tigrito, Estado Portuguesa.
FUENTE: “Mitos y Leyendas predominantes del Estado Portuguesa”, Carmen Pérez Montero

Sunday, June 25, 2006

Diferencias entre Mito y Leyenda

La leyenda consiste en la narración de un hecho que si bien ha acontecido realmente, ha quedado desvirtuado por el correr del tiempo al circular de boca en boca.
El acontecimiento pudo haber sucedido en tiempos muy remotos y mantenerse vivo a través de la narración oral. Estas leyendas, con el paso del tiempo y la creatividad innata de los venezolanos, son modificadas hasta que adquieren un carácter maravilloso.
Se basan, generalmente, en acontecimientos históricos religiosos en los que el pueblo cree.
El mito, en cambio, corresponde a la narración impersonal de hechos irreales e inverosímiles, que representan el espíritu popular. Son explicaciones ingenuas del origen del mundo y del Universo basadas en una consideración inocente de la naturaleza.
El mito no posee carácter religioso, pero puede combinarse con la religión en sus narraciones sobre oposiciones entre el bien y el mal o en las explicaciones de los fenómenos naturales.
No existe un criterio sólido y preciso que permita diferenciar la leyenda del mito, por eso, algunos autores prefieren llamarles narraciones y no clasificarlas por temor a errar en la selección.
Sin embargo, la leyenda siempre tiene una base de realidad intrínseca, aún cuando no se sitúe en el tiempo y, a veces, hasta su ubicación geográfica sea indefinida, el pueblo sabe que existió, que ocurrió, que algo cierto transmite, que no es sólo imaginación o especulación. Además, la leyenda se caracteriza porque la narración es breve, a fin de facilitar su transmisión oral.
En la zona rural, a pesar del avance de la ciencia y la tecnología, leyendas se siguen divulgando y se siguen asimilando como hechos auténticos en tiempos muy remotos. La transmisión de las leyendas se facilita debido a que estas narraciones recogen biografías de seres especiales, origen de montañas, fundaciones de ciudades, embrujamientos, almas en pena, aparecidos, encantados y todas las narraciones de sucesos sobrenaturales.
Los mitos, a diferencia de las leyendas se relacionan con el origen de seres y fenómenos sobrenaturales, no tienen fondo religioso y casi siempre dan origen a las creencias de los pueblos.
En general en los relatos folklóricos puede entenderse por tradición todo cúmulo de recuerdos que personas iletradas guardan de supuestos hechos y personajes históricos, los cuales pueden ser o no ciertos pero que se han transmitido a través de la historia de los pueblos.

Friday, May 05, 2006

Mes de Mayo en Venezuela

Mes de Mayo en Venezuela

Es el mes de las flores y las lluvias, que comienza con el día internacional del trabajador y el consiguiente aumento general de sueldos y salarios. Y desde el punto de vista religioso, para la mayoría, que es católica, está signado por la celebración de la Cruz de Mayo, los honores a la Santísima Virgen y a las madres en general.

En casi todas las parroquias se simulan apariciones divinas de la virgen, llevándola en procesión, de vivienda en vivienda, donde se le recibe con las oraciones del santo rosario.

En los estados agrícolas, el día 3, los campesinos pagan promesas a la Santísima Cruz por el logro de los cultivos y la venta de las cosechas, dándole a estas festividades colorido y significado especial. El madero que la representa se viste de flores y los cantadores de salves y décimas recorren los caminos e inician la fiesta con velorios que se prologan hasta el amanecer. También, se celebra el 24 de mayo la fiesta de la virgen María Auxiliadora, patrona de los caficultores.

Pero en el llano es diferente: Mayo tiene destellos de magia junto a visiones fantasmagóricas que deambulan por sus vastos y polvorientos senderos. Es mística fragancia que conjuga tierra y humedad, fe y temor, siembra y cosecha. Durante este mes, los llaneros conservan el escapulario de la Virgen del Carmen en el cuello y la oración en la boca.

En el llano venezolano, Mayo se siente en la tierra y sus frutos pero la entrada de las lluvias trae días largos y grises que forman un ambiente tenebroso. A medida que el cielo se oscurece anunciando aguacero, abajo, la esperanza y el temor se cruzan: la esperanza en el triunfo de la cosecha y el temor por la aparición de ánimas, ruidos escalofriantes y espantos quejumbrosos que vienen con las tempestades.

El campesino no sale de su casa y se la pasa tomando guayoyo (¹) caliente. La familia pasa muchas horas durmiendo en chinchorros (²) mientras pasan las constantes lluvias. Este mes sobrecoge los ánimos del llanero, que se vuelven tristes y temerosos.

El pueblo cree en manifestaciones de espantos, espíritus malos y almas perdidas. Cree que estos seres pueden aparecer tomando cualquier forma. Por los caminos del llano es natural encontrar cruces que marcan el sitio donde falleció algún vecino de la comunidad, bien sea de muerte natural o accidental. Como una señal de recordatorio o respeto, se estila que al pasar frente a la cruz, se debe lanzar una piedra pequeña a su pie. Por lo general, el monumento termina siendo un montón de piedras.
Es muy común también oír hablar de los duendes, gnomos o espíritus burlones, pequeños seres que se hacen sentir, pero no se dejan ver, que persiguen a las mujeres bonitas y a las embarazadas, que hacen jugarretas hasta desesperar a los dueños de la casa donde fijan su residencia pero, algunas veces, protegen a sus predilectas.
Existe la creencia de que los espíritus, malos se posesionan de las personas y los obligan a hacer su voluntad, llegando éstos, en esta situación de ambivalencia hasta a enfermar seriamente, quebrantos que no pueden curar los médicos, ni las medicinas patentadas, sino que se debe dejar al paciente en manos de un camarero (³), el cual lo trata con yerbas, esencias, oraciones y secretos.

(¹) café muy diluido
(²) cama de forma ovalada que se cuelga de ambos extremos generalmente de los árboles
(³) médico empírico y naturista

Extractos tomados del libro “Mitos y Leyendas Predominantes en el Estado Portuguesa” de Carmen Pérez Montero

Monday, April 03, 2006

¿La YERBA rejuvenece?


Leyenda del díctamo
Fragante yerbita que prolonga la vida

Hubo un tiempo en que reinaba, entre los indios de los Andes, una hermosa mujer. Era muy querida y respetada. Los mozos más arrogantes y valerosos la paseaban en una silla de oro por las márgenes del espumoso río Chama. Cantaban alegres al son de sus instrumentos musicales en armonía con gozosas aves que seguían la melodía para endulzar sus oídos. La naturaleza enaltecía su belleza mostrando sus doradas espigas de maíz y un sinfín de coloridas flores silvestres.
Los indios se consideraban felices bajo el suave influjo de las destrezas y la sabiduría del gobierno de su reina. Cualquier aflicción que ella sufriese representaba para la comarca una calamidad pública.
Pero poco a poco un velo de tristeza fue cubriendo el semblante de la hija del Sol y se apoderó de ella una enfermedad sin dolor que la consumía.
En lugar de risas y jolgorio, los cantos y las danzas sólo le producían lágrimas. Sus salidas, ya poco frecuentes, se tiñeron de un lúgubre silencio.
La comunidad trató de aplacar la cólera del Ches (Ser Supremo según los aborígenes de los Andes venezolanos) haciendo la danza de los flagelantes. Cada indio tocaba con una mano la tradicional maraca y con la otra se azotaban las espaldas en señal de penitencia. En la conmovida comarca se mezclaban los sonidos musicales con las declamaciones y gritos de dolor. Por su parte, los piaches hacían adoratorios y ceremonias en la selva sagrada ante los ídolos indígenas. Pero la reina se debilitaba aún más, continuaba adelgazando y sus mejillas perdían, día tras día, su color de melocotón y rosa que solían mostrar.
La graciosa doncella, Mistajá, favorita de la soberana, sufría hondamente la desventura de su amiga y velaba día y noche junto a ella.
-Amiga –le dijo un día la reina-, no quiero morir ¿Sabes qué les ha contestado el Ches a los piaches sobre mi mal?
-No. No sé. Han guardado silencio profundo, le contestó la doncella, bañada en llanto.
-Mistajá, parece que los piaches han agotado todo remedio. Mi única esperanza está aquí –le dijo la reina, mostrándole una joya de oro macizo en figura de águila. Cuando mi padre, ya moribundo, me la entregó, me dijo estas palabras: “Esta águila es la mensajera de los dones con que el Ches nos ha elevado sobre el resto de los indios. Si la pierdes, arruinarás tu estirpe”.
-Los piaches ni los guerreros consentirían jamás en este sacrificio que puede privarte del poder –contestó la doncella.
-Mistajá, antes que el poder, prefiero la vida. Sólo en ti confío y por eso te ordeno que subas, en secreto, al Páramo de los Sacrificios y ofrendes el águila de oro al Ches.
La compañera se tornó pálida y se estremeció de la cabeza a los pies. Era muy peligrosa su misión. Sólo los piaches y sabios subían al teatro de los misterios.
-Yo haré lo que me mandes aunque represente un sacrificio para que recuperes tu salud, contestó la fiel amiga, llena de mucho brío y temor a la vez.
-Muy temprano debes partir para que al rayar el sol estés en el círculo de piedras que existe en la cumbre solitaria. Allí cavarás un hoyo en el centro, y después de invocar al Ches, con tres gritos agudos que se oigan muy lejos, enterrarás el águila de oro y esparcirás por todo el círculo un puñado de mis cabellos. Luego observarás, con gran atención, las señales en el aire, la tierra o el cielo que enviará el Ser Supremo.
Aquella noche Mistajá esperó despierta la hora de partir, recibió de manos de la reina, la preciosa joya, un gajo de su abundante cabello y sus propias armas.
Aprisa aunque temerosa, la doncella transitó por los bordes de sombríos barrancos y ásperas cuestas siguiendo el rumbo que le marcaba su fuerte determinación. Después de dos horas de fatigosa marcha, alcanzó lo alto y gélido del Páramo de los Sacrificios.
Una vez en la altura, una extraña aparición la detuvo de súbito. Su estupor se congeló cuando vio unas formas humanas que cual fantasmas blanqueaban entre las sombras. Sus piernas flaquearon y cayó paralizada ante lo que parecía una larga fila de indios petrificados y cubiertos con sábanas blancas.
Largo rato permaneció Mistajá sobrecogida de terror, hasta que el día comenzó a aclarar y sus ojos pudieron penetrar en las tinieblas del frío glacial de los páramos. Entonces, la fantasiosa aparición tomó lentamente la forma de una enorme hilera de piedras blancas clavadas en punta sobre la altiplanicie. Retomó la marcha y detectó que era parte de un campo cerrado como una plaza circular muy grande y simétrica. Buscó el centro de aquel desolado espacio y con la lanza más fuerte que tenía, excavó la tierra cubierta de rocío. Se irguió hacia el Oriente, y alzó, con toda el alma, tres gritos inmensos que resonaron por los cerros vecinos. Con sus temblorosas manos enterró el águila de oro y esparció después por todo el círculo los cabellos de la reina, en momentos en que la aurora teñía de púrpura el lejano horizonte.
Se disponía a observar las señales que el Ches daría a través de la Naturaleza pero un sueño profundo doblegó sus párpados y cayó rendida. En ese instante sagrado se manifestaba el Ches sobre la cumbre.
A la hora en que los primeros rayos del sol bañaban de color rosa sus mejillas, el paso de una estilizada gacela la despertó. Se percató de un olor fragante que venía del círculo ahora cubierto de una yerba fresca y lozana, que la cierva devoraba con especial delicia. Todos sus temores se tornaron, como por encanto, en un gozo inmenso, en un regocijo intenso que la llenó de energías.
Tomó gran cantidad de aquella perfumada yerba, descendió lo más rápido que pudo del Páramo de los Sacrificios con la certeza en su corazón de que ésta era la respuesta favorable que esperaban del Ches hacia la soberana de los Andes.
La aromática planta fue recibida por la reina como medicina del cielo. En seguida la comió y al poco rato, volvieron los tonos angelicales a sus mejillas, el brillo a sus ojos y su semblante reflejó nuevamente la dulzura de su corazón.
Retomó sus paseos para que sus súbditos la vieran salir por los floridos campos y las riberas de los ríos, en hombros de gallardos mozos y al son de festivos cantos.
Desde entonces existe en los páramos de los Andes el fragante díctamo, nacido de los cabellos de la hija del Sol, o la yerba de cierva, que es su nombre indígena, en memoria a la primera criatura que comió de ella en los escarpados riscos.
Se dice que el preciado díctamo desaparecerá, como por encanto, el día que alguien desentierre el águila de oro ofrendada al Ches en la misteriosa cumbre.
El díctamo que nace en los páramos andinos es, para los indios, una planta sagrada a la cual se le atribuye la virtud de prolongar la vida.
En el mercado se consigue pero, es creencia popular, que el díctamo real sólo es hallado por las gacelas en la soledad de los páramos, a la hora en que el sol baña con tinte color rosa las alturas de los riscos.

Tomado del Libro “Mitos y Tradiciones”
Selección y Prólogo de Mariano Picón Salas
Biblioteca Popular Venezolana
Antología y Selecciones
Ediciones del Ministerio de Educación
Redacción: Loana Bracho

Monday, March 27, 2006

MONJAS REVOLUCIONARIAS

TRASLADO DE LA SEDE EPISCOPAL DE MÉRIDA A MARACAIBO.-
(Caso Histórico)

El Convento de Clarisas de Mérida se fundó en 1651 con esfuerzos y eficaz ayuda del Presbítero Juan de Vedoya.
A través de la larga tradición religiosa de la población, damas de mucho linaje tomaron el hábito y llevaron además de la dote, valiosas donaciones al Monasterio.
Hasta la época de las primeras tentativas de insurrección, el asilo era completamente apacible y hasta poético.
Pero el terremoto de 1812 y la guerra de Independencia fueron para las Clarisas causa de grandes pérdidas materiales y hondas tribulaciones espirituales.
Los bandos políticos de patriotas y realistas se veían reflejados también en el ánimo de las monjas. Al punto en que se llegó a popularizar el siguiente versito:
Las monjas están rezando
En abierta oposición;
Unas piden por Fernando,
Otras ruegan por Simón.
El hecho que más influyó para definir los bandos entre las religiosas, fue la disposición realista de trasladar el Convento de Mérida a Maracaibo.
La misma fue solicitada por el Vicario Capitular Irastorza y por el Dr. Mateo Más y Rubí con el pretexto de la ruina general producida por el terremoto en la ciudad de la Sierra. Aunque la verdadera razón era castigarlas por revolucionaria, privándola de las instituciones y preeminencias que más la enaltecían.
Obtuvieron la real provisión de la Audiencia de Caracas en 1813 pero las circunstancias políticas no permitieron a los realistas llevar acabo el traslado sino hasta 1815.
De treinta que eran las monjas, trece optaron por trasladarse a Maracaibo, siguiendo la voluntad de las autoridades realistas. Entre ellas la hermana y la prima del Prebendado Dr. Más y Rubí.
Mientras que pertenecían al bando de las opositoras, las tres hermanas del Dr. D. Cristóbal Mendoza y otras ligadas muy estrechamente por la sangre, a los próceres merideños y trujillanos.
Desde la víspera al día señalado, 3 de mayo de 1816, se sacó a la portería del Convento todo el equipaje. Entre los objetos del culto que debían transportarse estaba la antigua imagen de Santa Clara.
Pese a la discrepancia en opiniones políticas, existía entre las monjas cálidos afectos cultivados a través de las prácticas religiosas. La despedida fue triste y conmovedora de ambas partes.
Oportunamente habían ido los arrieros a levantar el gran equipaje. Cuando le llegó el turno al bulto que contenía la imagen fue grande la sorpresa de todos los presentes al ver que pesaba como si contuviera barras de plomo. Se necesitaba la fuerza de dos hombres para moverla apenas del suelo. Era del todo imposible moverla a lomo de mula.
Ya las monjas estaban a caballo en la calle en actitud de marcha cuando el Dr. Más y Rubí, consideró que la novedad podría ocasionar alboroto por parte del pueblo y ordenó dejar la caja y emprender la marcha. También encomendó reservadamente al Capellán del Convento y a las autoridades realistas que allí estaban, la averiguación del caso, por si se trataba de alguna superchería.
Pero tal sospecha resultó infundada, porque al alejarse el numeroso grupo de viajeros, escoltados por fuerte piquete de tropas, se procedió a abrir el pesado bulto. La imagen apareció con su vestido de costumbre y algunas flores artificiales que las monjas habían puesto en los espacios vacíos. Sólo el busto y brazos de la Santa eran de madera maciza, montados en un armazón de tablas en forma cónica.
Viendo que allí nada había que fuese de gran peso, volvieron a tantear el bulto, notando con nueva sorpresa que ya no pesaba como antes.
Poseídos de santo temor ante este hecho evidente, resolvieron allí mismo que la imagen fuese devuelta a las monjas que se habían quedado en el Convento de Mérida.
Mayor fue el asombro al ver que dos débiles mujeres, sin mayor esfuerzo, hicieron lo que no habían podido hacer los forzudos arrieros: levantar fácilmente la caja, con todo su contenido, del suelo. Introdujeron la imagen con prontitud al sagrado recinto donde fue recibida con innumerables exclamaciones de admiración por la comunidad.
Antes de regresar a la Santa a su nicho de honor en el templo, le improvisaron un altar circundado de flores frescas, le encendieron multitud de velas y quemaron incienso y mirra. Trémulas de gozo por el milagroso hecho, cayeron de rodillas ante Santa Clara, deshogando su agradecimiento por medio de fervientes y entrecortadas oraciones.
Hallándose la ciudad dominada por los realistas, las autoridades trataron de ocultar el misterioso caso que favorecía los intereses de los patriotas. Pero, como era de esperarse, a hurtadillas y en secreto, corrió la crónica por el poblado y los campos: Santa Clara se hizo la pesada para no salir de su Convento.
La peregrinación de las monjas que siguieron la voluntad de las autoridades realistas fue triste y angustiosa por la fragosidad de los caminos y las lluvias torrenciales del mes de mayo. Para colmo una de las monjas, que iba enferma, murió en Timotes, lo que retardó seis días la marcha. Finalmente arribaron a Maracaibo el 21 de mayo y recibieron una buena y solícita hospitalidad.
Pero el definitivo establecimiento del Monasterio en la importante ciudad lacustre se vio entorpecido, en 1817, por la muerte de su principal promotor, el Vicario Capitular Irastorza. Las acciones quedaron en manos de otro de sus patrocinadores: el Obispo Lasso. Quien, en 1821, cambió de opinión política y de parecer al respecto y ese mismo año, el Congreso de Cúcuta decretó la restitución a Mérida de la Sede Episcopal y sus anexos, de los que había sido despojada por los realistas.
Extinguido el régimen colonial en toda Venezuela también concluyó la división de opiniones entre las Clarisas. Volvieron a Mérida en 1827 las monjas, que habían partido en 1816, menos cinco, ya fallecidas.
La alegría fue inmensa con la llegada de las ausentes y se echaron al vuelo las campanas, volvió a verse a la Santa Patrona circundada de flores, luces y perfumes, al tiempo que el órgano y los cánticos llenaban de armonía el recinto de la hermosa capilla.
Las adversidades políticas ya no entibiaban los sentimientos de dulce fraternidad religiosa: no había ya realistas ni insurgentes. Bajo el hermoso tricolor de la República, todas volvían a formar como antes un solo coro de piadosísimas almas, consagradas al servicio del Señor bajo la estrecha protección divina de la milagrosa Santa Clara.

Fuente: Mitos y Tradiciones Tulio Febres Cordero

Monday, March 20, 2006

Arrobas, Tubos y Cañas a favor de los Patriotas


Arrobas, Tubos y Cañas a favor de los Patriotas
Gracias a Una visita decisiva y oportuna
Caso Histórico

El segundo Obispo de Mérida, Dr. Manuel Cándido de Torrijos, en 1794 tuvo un pontificado corto pero se hizo célebre por los abundantes y valiosos regalos que hizo a la Catedral y al Seminario. Se dice que su equipaje constaba de cuatrocientos bultos, y que en ellas venían treinta mil libros para la Biblioteca del Seminario. Además de los instrumentos necesarios para montar en dicho Instituto el Gabinete de Física, entre ellos la primera máquina eléctrica en Venezuela. También trajo el cuerpo de San Clemente Mártir, santa reliquia que aún se venera allí y que está colocada en el altar del Crucificado. De sus alforjas provienen ricos ornamentos, un reloj muy fino para la sacristía y un famoso órgano cuyas flautas eran de plomo y pesaban por sí solas más de seis arrobas (Unidad de peso usada en España y varios países de América del Sur).
El terremoto de 1812 acabó con el instrumento y en el traslado que se hizo de los objetos salvados del cataclismo, sus tubos fueron a parar a la casa de Jaime Fornés en la ciudad de Ejido, quien aparte de español era consumado realista. Mientras su esposa, Doña Isabel Briceño, era fervorosa partidaria de los patriotas, tanto por vínculos de sangre como por propia inclinación.
En 1813, ante el eminente combate de Cúcuta, por la aproximación de Bolívar procedente de la Nueva Granada, el jefe español Correa solicitó auxilio de toda clase a las tropas del rey. Se dirigió al Vicario Capitular Dr. Francisco Javier de Iraztorza quien, incluso acudiendo a su propio peculio, logró recopilar mil pesos. Y, a falta de armas y pertrechos que facilitar, dispuso le fueran remitidos los tubos del órgano para que los convirtiese en balas.
Unos comisionados realistas presentaron la orden en casa de Jaime Fornés y prepararon los bultos que se trasladarían a Cúcuta al amanecer del día siguiente, con el dinero y las seis arrobas de plomo que pesaban las flautas del órgano de la Catedral de Mérida.
Pero la visita, antes de anochecer, del canónigo Dr. Francisco Antonio Uzcátegui en casa de Fornés produjo un cambio significativo.
Este querido religioso propició multitud de beneficios al pueblo. En Mérida y Ejido fue el fundador de la instrucción popular gratuita. Sus bienes particulares estaban al servicio de toda obra de interés general. Solía atender con prontitud y eficacia las necesidades públicas y siendo Vicario de Mérida para 1781, fue el mediador escogido por las autoridades de Caracas y Maracaibo para contener la insurrección proclamada por los pueblos de la provincia. Incluso llegó a ejercer el cargo de Presidente desde 1810 hasta poco después del desastre natural de 1812, cuando llegaron tropas de Maracaibo y Coro, a someter la ciudad. Para entonces, el Dr. Uzcátegui tuvo que emigrar para la Nueva Granada y a su paso por Ejido recomendó la ocultación de los tubos del órgano, para que no llegasen al poder realista.
Esta visita resultó decisiva y oportuna ya que el Dr. Fornés se encontraba ausente y la orden enviada de parte del Vicario a cargo, que era el propio Uzcátegui, habría confundido a la Señora Fornés.
Doña Isabel Briceño, que era admiradora del canónigo, le prometió hacer todo lo posible para impedir la entrega del plomo a Correa. Entonces concibió una idea atrevida, cuya ejecución exigía prontitud y destreza. En el silencio de la medianoche, la dama, de puntillas se dirigió a un esclavo para imponerle el plan secreto de salvar los tubos. El esclavo colaboró al máximo. Entre los dos desenvolvieron las flautas y las sustituyeron por cañas de igual peso.
La consternación de Correa habría desencadenado castigos terribles de no ser porque tenía preocupaciones más prioritarias. Las armas de Bolívar habían apagado los bríos del ejército realista en Cúcuta. Por lo tanto, todos sus cuidados estaban en salvarse de la persecución de los victoriosos patriotas
Libertada de nuevo la provincia de Mérida, en mayo de 1813, pudo el canónigo regresar del destierro y cuidar del uso de los tubos. En 1814 se dispuso traer de Ejido los restos del órgano pero las exigencias de la guerra lo impidieron. La ciudad cayó en manos de Calzada y los principales patriotas emigraron bajo el amparo del ejército de Urdaneta.
A su paso por Ejido, regresó a casa de su copartidaria Doña Isabel Briceño para decirle:
-Ahora si se van los tubos del órgano para Cúcuta.
Lo cual era claro. Llevaría los tubos convertidos en balas a Cúcuta pero esta vez a favor de la patria. Esas flautas, que dulcemente habían resonado en los templos sagrados, resonarían de otra forma, en los campos de batalla, bajo las banderas de la naciente República.

Fuente: "Mitos y Tradiciones", Tulio Febres Cordero, Biblioteca Popular Venezolana


Monday, March 13, 2006

¿Qué o Quién es "QUIRPA" en las canciones llaneras?


QUIRPA
Cuando disminuyeron las guerras y levantamientos en Venezuela, a mediados del siglo XIX, los comerciantes de la época aprovechaban para trasladarse por difíciles caminos, desde los llanos orientales ó centrales a vender sus mercancías y a comercializar el ganado, siendo los únicos medio de transporte los burros, bueyes, mulas y caballos.
JOSÉ ANTONIO OQUENDO, al que apodaban “QUIRPA”, fue uno de estos comerciantes. Con certeza no se sabe su lugar de nacimiento, algunos creían que era de Palmarito ó Guasdualito, lo cierto es que era llanero de a caballo de pura cepa.
Quirpa era cantador recio de la sabana, buen coplero, buen contrapunteador, su voz era reconocida en todos los rincones del llano.
Así como Don Quijote andaba acompañado de Sancho Panza, Quirpa siempre andaba acompañado con su amigo y compañero de faena y parranda, “EL GUITARRERO” y la con “la camoruca” ó arpa llanera, la cual “QUIRPA”, ejecutaba genialmente.
Quirpa encendía la fiesta, con su grito de guerra: “...llego “QUIRPA”, el arpista y buen coplero. Vamos a ver quien responde, acompáñame guitarrero”. Y la gente se animaba en tarantines entre palos de aguardiente y el contrapunteo.
En uno de estos viajes, JOSÉ ANTONIO OQUENDO, “QUIRPA”, venía hacia Caracas, con una madrina de ganado llegando a San Sebastián, le comento a su “GUITARRERO”: “...mire compa ya vamos llegando a San Sebastián, … nos llegamos a Güiripa pueblo fresco y de mujeres bonitas, yo tengo muy “guenas” relaciones con esa gente, y vamos a parrandeá tó la noche, y “jembra” que se me alebreste, me la llevo en los cachos...”
“QUIRPA”, era conocido ampliamente en el pueblo, su fama había llegado hasta Güiripa, y en una sola voz se oían a los lugareños: “...epa cuñaó a pararse que llego Quirpa..”
A medida que las horas pasaban, el parrandon tomaba más calor, y bajo los efectos del alcohol, “Quirpa” y “El Guitarrero” no dejaban de tocar, lanzando coplas tras coplas en recios contrapunteos.
Cuentan, que “Quirpa” puso los ojos en una morena deslumbrante que también le correspondía, haciéndole “ojitos”. “Quirpa” inspirado por la belleza de esta mujer, se olvido de sus contrarios, y comenzó a galantear con sus versos a la morena, pero, la mujer tenía “dueño”, y su “dueño” también era coplero, y así salió retando a “Quirpa” improvisándole versos fuertes u ofensivos, y Quirpa le replicaba ridiculizándolo.
El marido celoso, muerto de rabia por los celos y la impotencia contra “Quirpa”, lanzó este verso: “... si has llegado a estos lares, viniendo desde tan lejos, ya se te acabo el carburo, tu eres un pobre pendejo y que se sepa en Caracas también en el mundo entero que aquí en Güiripa señores, no quieren a los llaneros..”, Inmediatamente puñal en mano saltó hacia Quirpa, y de un solo tajo cortó las 32 cuerdas del arpa que con maestría tocaba “Quirpa”, y es así como se prende la trifulca.
“Quirpa” como buen llanero, se defendió a puño limpio contra quien se atrevió a dañar su arpa. En medio de la riña, “Quirpa” recibe certera puñalada, que le quita la vida en el acto. “El guitarrero” sale en su defensa, pero también es herido, y dicen, que recibió hasta dieciséis puñaladas.
Cuentan, que todo quedó en silencio, y en medio de la penumbra, solo se destacaban dos cuerpos tendidos sobre la tierra, el de “QUIRPA” y “EL GUITARRERO”, y la sangre llegaba hasta el río, tiñendo las aguas de rojo, las cuales corrían corriente abajo, siguiendo su propio destino.
Fuente: http://www.coplasyleyendasdevenezuela.com/
Redacción: Liliana Suárez

La Quirpa / Joropo
Güíripa lo llaman quirpa,óyelo bien, quirpa es joropo llanero,que lo tocan en el arpacon maraca y guitarrero.
Quirpa nació en la sabana,donde nacen los cantaresy como quirpa lo dijolo cantaron los palmares.
Hombre del alto apureño,con alma y conversaciónsi yo tuviera su coplaóyelo bien, se lo cantaría al bordón.
Apure llora en silenciomientras el arpa se oíaporque en el llano se supoóyelo bien, que la quirpa se moriría.
Su nombre quedó en güiripasu voz quedó en el palmarsu pensamiento en la brisay su copla en el cantaryo no sé por qué en güiripano quieren a los llanerosporque mataron a quirpae hirieron al guitarrero.
Tomado de http://www.venezuela.ch/cancionero/quirpa.html